Cada día elegimos qué máscara nos ponemos antes de salir de casa. Existe la máscara de la alegría, la del triunfador, la del que se va a comer el mundo, la del que no tiene problemas y la del que todo va bien. Existen tantas máscaras como estados de ánimo. Y cada día , incluso cada hora, y según con quien, nos ponemos una de ellas. Y muchas veces, en muchos casos, cuando llegamos a casa agotados tras una jornada dura de trabajo, no sólo nos quitamos los zapatos y nos ponemos ropa cómoda, también nos quitamos la máscara y en muchos casos, ante el espejo vemos nuestras propias miserias, nuestro yo mas interno , miramos a nuestro lado y nos damos cuenta de que no hay nadie con quien compartir lo más intimo sin máscaras y con el que pensar en voz alta. Creemos que tenemos muchas amistades o muchas relaciones sociales y que no estamos solos, tenemos muchas redes sociales que nos hacen creer que somos admirados y queridos, pero a la hora de la verdad, llegamos a casa y no hay nadie esperando para darnos un abrazo y compartir una película y unas palomitas acurrucados bajo una manta calentita, y en ese momento, nos damos cuenta, de que a veces, sólo somos unos tristes payasos solitarios.
Máscaras
2 mayo 2017Volver